martes, 25 de agosto de 2009

CUARTO ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE OLGA RAMOS


CASI UN SECRETO DE CONFESIÓN

Sólo un breve recuerdo a Olga Ramos antes de que acabe el día en que se cumplen cuatro años de su muerte.
Aquel 25 de Agosto de 2005 llegué a la clínica Montepríncipe. Los médicos nos advirtieron de su gravedad pero no pensamos que fuera a irse de forma tan inmediata. Al entrar en la habitación la encontré muy inmóvil pero estaba visiblemente tensa. Mi madre era creyente y me constaba que no tenía miedo a morir pero no quería dejarme sola. No sé por qué, intuía que a su muerte iba yo a ser víctima de cuantas trampas podía imaginar en su desesperación. ¿Qué podía yo hacer? Me acerqué a la cabecera colocando mi boca muy cerca de su oído y pausadamente empecé a hablar, al tiempo que le acariciaba la mejilla.
-Mamá, yo estaré bien y no debes tener miedo. Has sido una madre excepcional, una abuela fantástica, una gran artista. Todo el mundo te quiere, todo el mundo te admira y papá te espera.
Me quedé en silencio y seguí acariciándole el rostro Comencé a rezar el Padrenuestro y dulcemente noté como se relajaba, dejándose ir.
Mi hijo Alberto, que todo lo había presenciado, desde los pies de la cama me dijo:
-Te estaba esperando.
Desde su muerte no creo que haya habido un solo día en que no la haya recordado, no sólo en mi vida cotidiana, sino en el escenario.
Durante sus últimos 20 años, vivimos juntas en nuestra casa en las afueras de Madrid. Un lugar que siempre le gustó porque aquellas encinas y aquellas jaras le recordaban su infancia allá en Badajoz. Paseaba apoyándose en su bastón (la tercera pata, como lo llamaba) y sólo en los últimos días dejó de hacerlo. La seguían por el jardín, sus perritos a los que tanto quiso. Pasó estos años conviviendo con mis hijos y sus amigos "gente joven, como a mí me gusta".
Aunque la prensa la había olvidado como a tantos otros la gente, aún hoy, sigue recordándola con admiración y cariño.
Cuatro años han pasado desde que el Ayuntamiento de Madrid decidió otorgarle a ella, a Gracita Morales y a Irene Gutiérrez Caba tres glorietas en el distrito de Fuencarral. Espero que no tarden en inaugurarse. Se lo merecen.

4 comentarios:

  1. Querida Olga María, querida artista: No he conocido a tu progenitora en persona, pero siempre la admiré por su trabajo, del que supe por personas de su edad, de su época, por canciones que tarareaban quienes, desgraciadamente, ya tampoco están conmigo. Y luego, por esos quiebros que tiene el azar, un buen día te conocí, escuché tus canciones, la fuerza de tu palabra, tu arte, tu personlidad...Y enseguida me di cuenta la herencia que Olga Ramos y el Cipri (no hay que olvidarlo) te habían dejado. ¡Qué grande ha sido Olga Ramos y qué orgullosa ha de sentirse -donde quiera que esté- de su hija.
    Uno mi recuerdo al tuyo. Un fuerte abrazo,
    Isabel

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  2. ¡Hola Olga!
    Llevo un buen rato intentado incorporarme a tu blog.
    En cuanto lo consiga...Estaré encantada de colaborar, siempre en torno a la gran OLGA RAMOS
    Julia Bustamante

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  3. Mi amigo Lorenzo Vilariño, al no poder dejar el mensaje, me pide que yo lo reproduzca:

    "Si pudieras recuperar mi referencia a tu querida madre te lo agradecería. En el citado mensaje pedía a los amantes de las Tradiciones de madrid,que intentáramos que se erigiera una estatua a Tu madre. En su enterramiento (incluso cambiándo éste de sitio con tu permiso), o en otro lugar. Si se levantó el monumento a una vendedora anónima de nardos... Tu madre un ser humano ¡¡ Irrepetible !! ,lo merece por su amor a"nuestro Madrid" con mayor motivo.
    Olga puedes incluir ésto tu misma como si yo lo hubiera hecho, haciéndo figurar mis datos personales".

    Pues sus deseos son ordenes. Gracias Lorenzo

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  4. Decir que me has emocionado es decir poco. Tengo a mi madre quizás en sus próximos últimos momentos (tiene alzheimer, 86 años y la tengo en casa), y no sé hasta dónde pero soy consciente de que quizás también la tenga que ayudar a irse... aunque ni siquiera sé si me entenderá cuando llegue el momento. Es muy complicado todo.

    Un abrazo, y no dudes que esté donde esté, la tienes al lado.

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